Cómo AV1 ayuda a estudiantes con fatiga crónica y ansiedad escolar en la escuela Kingsbrook
Matthew Sharpe, subdirector y coordinador de educación especial, nos cuenta cómo la escuela Kingsbrook introdujo AV1 para dos alumnos (de 1.º y 2.º de ESO) con el fin de ayudarles con ausencias escolares relacionadas con fatiga crónica y ansiedad escolar.
"Para el alumnado que estamos intentando reinsertar activamente, necesitamos eliminar todas las barreras posibles. Y ahí es donde entra el sistema AV1."
Había utilizado previamente AV1 en un centro especializado con un alumno que no podía acudir al colegio. Sabía que funcionaba, por eso tenía muchas ganas de probarlo. Cuando el Ayuntamiento de Buckinghamshire nos ofreció la posibilidad de hacer una prueba, fue la oportunidad perfecta para comprobar si funcionaba también con nuestro alumnado.
En el centro estamos invirtiendo mucho dinero en clases particulares alternativas y tenemos un número elevado de alumnos con necesidades educativas especiales (alrededor del 30 %). El 10 % tiene un Plan de Educación, Salud y Atención, y algunos de ellos no están asistiendo al centro. Por ello, estamos financiando clases presenciales y, en algunos casos, hasta 8 horas de clases a la semana, lo cual supone un gasto enorme.
Aunque creo que la enseñanza presencial puede ser beneficiosa para ciertos alumnos, también es complicado para ellos recibir a otra persona en su espacio seguro. Con otras plataformas de enseñanza online —que usamos con parte del alumnado— no siempre están en el mismo punto del currículo que nosotros, lo que genera otra barrera para que puedan volver al aula. Para el alumnado que queremos reinsertar activamente, necesitamos eliminar el mayor número de obstáculos posible, y ahí es donde entra AV1.
Necesitamos algo que facilite la interacción, el movimiento y que permita al alumno tomar el control. AV1 ofrece al alumno la opción de interactuar o no, lo que nos permite utilizarlo tanto con alumnado comprometido como con el que no lo está.
Somos un centro muy orientado a la investigación, así que presentamos AV1 al profesorado como lo haríamos con cualquier otra tecnología que hayamos probado anteriormente: poniendo el foco en los beneficios para el alumnado. Por eso, apenas hubo resistencia. Algunos profesores expresaron cierta preocupación por no saber interpretar las señales del AV1 o por poner en aprietos al alumno que lo usa. Me aseguré de que todo el personal recibiera la información necesaria y les recomendé que dieran clase con normalidad. No creo que hubiera miedo a ser observados, sino más bien a equivocarse.
En cuanto a las familias, solo enviamos la carta a las que estaban directamente implicadas y facilitamos información a todo el personal (y documentación adicional al profesorado de las clases afectadas). También organizamos desayunos informativos para familias de alumnado con necesidades especiales, donde mencionamos AV1 y no recibimos ningún comentario negativo.
Utilizamos dos robots AV1 para apoyar a dos alumnos, de 1º y 2º de ESO. La alumna de 1º de ESO padecía fatiga crónica y solo asistía al centro una hora al día en días alternos. Es una alumna que esperamos poder reintegrar. Será un proceso largo, pero tiene un grupo de amigas que echa de menos y está familiarizada con el profesorado y nuestra forma de enseñar. AV1 era una opción muy adecuada para ella.
El alumno de 2º de ESO estaba fuera del centro debido a la evitación escolar basada en las emociones, así que la situación era algo más compleja. En el centro contamos con un espacio para el alumnado con desregulación emocional o niveles altos de ansiedad. Este alumno, hasta hace poco, acudía al colegio y utilizaba ese espacio, pero no asistía a clase. Había establecido una relación muy estrecha con un miembro del equipo docente, pero cuando esa persona dejó el centro, su asistencia se vio afectada, y además empezó a perder partes clave del currículo al no estar en las aulas ordinarias.
La idea era que utilizara el robot desde la sala de inclusión. Tuvimos que pensar cuidadosamente en qué grupo clase introducirlo, ya que consideramos que su grupo de tutoría original no era el más adecuado. Fue una decisión que requirió bastante planificación. El alumno tenía ansiedad por si le hacían preguntas en clase y se sentía presionado a hablar. Le reiteramos que las funciones del robot le permitían simplemente observar y desconectarse si llegaba a sentirse abrumado.
En el caso de la alumna con fatiga crónica, al principio usaba AV1 entre 4 y 5 horas al día e interactuaba bastante. A ella y a su familia les encantaba. Incluso sus amigas empezaron a llevárselo al patio durante los recreos. Cuando empezó a usar AV1 a tiempo completo, hubo un pequeño descenso en su asistencia física (normalmente venía tres días por semana), lo que nos hizo pensar que quizá se estaba exigiendo demasiado. Esto nos hizo darnos cuenta de que debíamos priorizar más el aspecto social que el hecho de que asistiera a todas las clases a través de AV1.
A nivel académico, ha mantenido su nivel de matemáticas y, aunque es más difícil medir el bienestar emocional, su actitud frente al aprendizaje ha sido excelente. Creo que para ella ha sido un verdadero éxito y, aunque solo hubiera servido para facilitar esa interacción social, ya era algo increíble.
En el caso del alumno con evitación escolar basada en las emociones, el resultado ha sido mixto. Al principio vino al centro para ver el AV1. Aunque la idea era que lo usara desde la sala de inclusión, la primera vez que se conectó en condiciones fue desde casa. Empezó a entrar a clases de matemáticas e historia, lo cual era muy prometedor. Pero permitirle usarlo desde casa ha hecho que ahora se niegue a venir al colegio en persona.
Aun así, si nos enfocamos en lo positivo, está participando en algunas clases, cosa que nunca había hecho antes. Según su familia, ha vuelto a ser él mismo, tiene mejor humor, su autoestima ha mejorado y ahora duerme mejor porque está más implicado en su aprendizaje.
No ha funcionado como esperábamos en cuanto a la reintegración física, pero estamos trabajando en ello. Seguimos reforzando esa idea. Antes, el alumno quería seguir en nuestro centro, pero es difícil prever dónde estaremos dentro de un año.
Tuvimos que ser cuidadosos con quién se encargaba de mover el AV1 por el centro. Cuando fallaba, solía deberse a que perdía la señal o se quedaba en un aula sin cargarse. Desde entonces, hemos establecido una rutina más eficiente: un miembro del personal lo recoge al final del día, aunque seguimos dependiendo del alumnado para trasladarlo entre clases.
Nos gustaría utilizar AV1 con más alumnos. Hay unos diez chicos y chicas que usan la sala de inclusión y con quienes podríamos implementarlo. Cuando llegue el momento en que tengan que presentarse a los exámenes finales, no podremos permitirnos tener a un profesor dando clase individualizada a dos alumnos en esa sala. Tampoco podrán integrarse en un grupo de 25 estudiantes. Por eso, nuestro plan es usar AV1 con estos alumnos, para que puedan seguir recibiendo enseñanza presencial.
Que el AV1 no haya logrado la reintegración física de este alumno con evitación escolar basada en las emociones no significa que no funcione con otros en situaciones similares. Creo que seguiremos utilizándolo, aunque con una planificación más rigurosa, y quizá insistamos en que se use desde algún espacio dentro del centro. Ya hemos adquirido dos AV1 propios y estamos valorando la compra de más, porque sabemos que, con el tiempo, dos no serán suficientes.
Consúltenos sobre AV1 para su escuela, academia u organismo educativo
Contacte con nosotros